Don Costantino Cabal, el sabio

Don Constantino Cabal
Otro vecino destacado era don Constantino Cabal, el que fue Cronista Oficial de Asturias. Periodista, estaba casado con doña Mercedes Valero de Cabal y ambos eran padres de Merceditas y Juan Luís, también oficiantes en el gremio de la prensa. A Juan Luís no llegamos a conocerlo, porque se casó siendo nosotros muy niños y se fue del barrio.
Don Constantino era asturianista, algunas veces escribía en la lengua vernácula, y tiene publicados abundantes trabajos sobre leyendas y cuentos de esta tierra, uno de sus informantes era nuestro abuelo Jesús, como figura reflejado en alguno de sus libros. En nuestra casa esta familia era muy importante, y veréis porqué: Los Cabal tampoco tenían teléfono y eran de los que más llamadas recibían, raro era el día en que no había que avisarlos un par de veces de que había un anuncio de llamada para alguno de ellos, a causa de ello estaban agradecidos por las molestias que creían que nos causaban y la manera que tenían de compensar esas molestias era regalándonos los ejemplares viejos del Diario de La Marina de La Habana, del que don Constantino había sido director y que le enviaban de allá en los transatlánticos que hacían escala en El Musel. 
Cada quince o veinte días nos llevaban un montón de periódicos atrasados, con los que, aparte de enterarnos de las noticias cubanas, nos proporcionaban abundante papel para envolver los productos que se vendían en nuestra tienda, lo cual nos ahorraba cantidad de papel de estraza, que no era cosa despreciable en aquellos tiempos de escasez.
Don Constantino  sufría un problema en el habla que a los niños nos llamaba mucho la atención, no pronunciaba el sonido K, era incapaz de hacer sonar la C fuerte, por lo que él, se llamaba a sí mismo -Onstantino –Abal. Una anécdota simpática causada por su problema de dicción, fue la que ocurrió el día en que llamó desde nuestro teléfono a Alfonso Chalonga, el fontanero, para que fuera a su casa a repararle un –año y el pobre Chalonga se volvía loco, porque se veía incapaz de solucionarle aquel problema. No sabía cómo se arreglaban los años malos.



Hifer
Frente a la casa de don Constantino tenía su imprenta Higinio Fernández, Hifer, imprenta que en la actualidad está en la calle Lorenzo Abruñedo y que regenta su hijo Ángel. Higino era un luarqués de Barcia y durante muchos años su imprenta era la imprenta del barrio, donde todo el mundo encargaba las tarjetas de visita, los sobres, el papel timbrado o cualquier otra labor que precisase ser imprimida.
Con el paso de los años el mundo de las artes gráficas  sufrió enormes cambios a una velocidad que superó las posibilidades de Higinio y poco a poco, Ángel fue tomando las riendas del negocio, con todos los conocimientos de informática que son imprescindibles  en la actualidad. 
Higinio, con todos los años que acarrea, sigue siendo una institución en el barrio.

Chalonga
Chalonga, el fontanero, era cliente habitual de El Manantial, El chigrón que estaba en la esquina de las calles San Bernabé y Nueve de Mayo. Trabajaban allí un par de hermanos gemelos, muy serios y muy trabajadores, eran pequeños de estatura y bastante chatos y su cultura no era precisamente de las más brillantes, Chalonga les gastaba bromas llamando por teléfono al bar y pidiendo que avisasen a Miguel de Cervantes o a Rodrigo Díaz de Vivar o cualquier otro personaje histórico o de ficción, como era usual en aquellos días en que no existían los móviles, entonces los camareros voceaban el nombre del llamado por todo el local, hasta que las risas que se levantaban les hacían sospechar que era una broma el aviso, volvían entonces a insultar al que hacía la llamada, con lo que no conseguían otra cosa que aumentar las risas de toda la concurrencia.



© Milio el del Nido

Memorias de Ciudad Naranco








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