El Adelni, buscando la gloria

El Adelni, buscando la gloria
César, el del Bar Nora, era presidente del Arenas del Naranco, el Adelni, el equipo de fútbol que paseaba con orgullo el nombre del barrio por los campos de Asturias. Entre los miles de anécdotas protagonizadas por el equipo, recuerdo muy bien de una que tuvo por principal actor a Carlos Corrales, el Besugo. Carlinos, del que ya comentamos en otro apartado de este blog, era de lo más simpático que te podías encontrar, pequeñín y feo, con los ojos saltones que le proporcionaron el apodo, tenía la lengua afilada como la de una culebra, era listo, rápido y peligroso como una raposa y futboleramente hablando, extremo de fino estilo, del que se recuerda especialmente un partido en Las Segadas, en el que, cuando le tocó sacar un córner, colocó el balón con mucho cuidado en la esquina y, levantando la cabeza con atención, comenzó a recular para coger carrera, mientras miraba los movimientos enredados de todos los que peleábamos en el área para rematar el centro que se avecinaba.
El momento era de la máxima tensión, el resultado del partido estaba en empate a cero y quedaban pocos minutos para acabar el tiempo reglamentario, Carlos reculaba despacio, mirando con atención para donde enviar el balón, los jugadores de los dos equipos luchábamos por ganar una buena posición en el área, unos para desmarcarse y otros para cubrirlos, sin dejar de mirar ni un segundo para la esquina de donde debía venir el centro, formando una especie de coreografía de baile por parejas que talmente parecía sacada de la película Siete novias para siete hermanos. En medio de la tensión, de repente, el Besugo comenzó a hacer una serie de gesticulaciones, levantó los brazos con un impulso violento mientras doblaba las rodillas, repitió estos gestos un par de veces y, de golpe, desapareció como si lo hubiera tragado la tierra. Nosotros, en el área, detuvimos las carreras y los empujones, hipnotizados por las contorsiones de Carlos.
Al desaparecer, quedamos un segundo petrificados, hasta que unas voces angustiadas pidiendo auxilio, entrecortadas por la ingestión súbita de agua, acompañadas de manotazos y las consiguientes cortinas de agua, con la aparición- desaparición de la cabeza a ras de tierra, la visión nos hizo correr desesperados ante la evidente agonía del Besugo. Al llegar a la esquina desde donde iba a lanzar el corner, vimos unas tablas rotas, semi podridas, que estaban cubriendo un pozo lleno de agua y que eran las que se habían tragado al pobre Carlinos. No se nos ahogó de milagro ¡Quizás porque era El Besugo!


Chuso´l del Nido. Traducción Milio´l del Nido

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